El príncipe azul y otros timos

La sociedad cambia porque las personas cambiamos y los cuentos de hadas que leímos siendo niños ya no reflejan el mundo de hoy. Autores, ilustradores y editores tienen la misión de adaptar la fantasía de los cuentos al tiempo actual. Es preciso que todos nos involucremos en la erradicación de viejos estereotipos: La mujer pasiva, abnegada, humilde, tierna, inculta y femenina que se ocupa de las tareas domésticas; eso cuando no es la malvada madrastra o la bruja fea y odiosa. El hombre activo, valiente, aventurero, fuerte, inteligente e independiente; eso cuando no es el príncipe maravilloso, rico y guapo o el sapo que, bajo el hechizo de la bruja, espera el beso de amor que le devuelva sus atributos.

La identidad masculina y femenina se construye desde la infancia. La familia, la escuela, los medios de comunicación y los cuentos, entre otros elementos de socialización, influyen potenciando la adquisición de roles distintos en función del sexo. Poco a poco se adquiere una identidad de género a través de nuestras relaciones con el entorno y los estereotipos sexistas se siguen transmitiendo todavía al inculcar papeles determinados en función del sexo de cada persona.

Los cuentos tradicionales, los cuentos de hadas o cuentos populares suelen ser el primer contacto que tienen los pequeños con la literatura y su marcado carácter sexista difunde unos valores que deben revisarse. En este tipo de cuentos, las mujeres siempre se ocupan de la casa, son bonitas, pobres, débiles, torpes, miedosas y sin ninguna instrucción. Por el contrario, el papel asignado al hombre es el de luchador, viajero, inteligente, curioso y protector. El final de estas historias es común y representa la deseada y perfecta relación amorosa que culmina en el archiconocido y vivieron felices por siempre.

El estereotipo más usado y peligroso para la formación de una identidad de género es el del príncipe azul. Aurora y Felipe, Kent y Barbie, el Capitán y Pocahontas, poco importa el nombre de los protagonistas, la idea que inculcan es la misma y cuando las chicas llegan a la pubertad aidealizan al cantante, al actor o al deportista de moda y transforman los elementos mágicos del príncipe azul en elementos reales y deseables para un compañero o amigo. Un amigo al que ella podrá cambiar porque el poder del amor es infinito, basta con amar y entregarse por entero para que se obre la metamorfosis y cualquier sapo se convierta en príncipe. El príncipe azul tiene la misión de conquistar, ser valiente y superar todas las dificultades que se le planteen, con estas características se convertirá en el más deseado por las mujeres.

Es hora de demostrar a los niños que la realidad es muy diferente. Que las mujeres son personas responsables y autónomas, instruidas, capaces de desarrollar cualquier actividad y que los hombres cambian pañales, planchan, preparan la comida y se divierten con sus hijos.

Los padres y madres juegan un papel decisivo a la hora de evitar que ciertos valores indeseados se instalen en la mente de sus hijos y al comprar un cuento deben fijarse en su contenido.

Las ilustraciones, por ser el elemento que más llama la atención de los niños en su primera etapa de la vida, deben incluir un número equilibrado de hombres y mujeres y evitar las escenas tópicas en las que la mujer y madre es también ama de casa y el hombre y padre es el que trabaja, lee el periódico y pone a punto el coche. El contenido evitará los roles establecidos y representará a hombres y mujeres en todas las situaciones. El lenguaje no subordinará a la mujer ni valorará al hombre, el trato a ambos sexos será igualitario.

Si queremos formar personas libres, resulta primordial que el modelo social esté carente de prejuicios, que los personajes masculinos y femeninos de los cuentos desarrollen su papel en una trama basada en el equilibrio entre los sexos.

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